La tercera etapa comprende el periodo de tiempo de entre 1 y 20 años después de la infección, momento en el que la bacteria se reactiva y vuelve a atacar al sistema nervioso. Los efectos de la enfermedad a este nivel son los siguientes:
- Trastornos oculares: puede provocar pérdida de agudeza visual tanto en personas serospositivas como sanas, aunque afecta mayoritariamente a individuos inmunodeprimidos.
- Trastornos cardíacos: provoca lesiones en las cámaras del corazón, en las válvulas y en la arteria aorta. Estos daños finalmente inducen la aparición de aneurismas (ensanchamiento del vaso sanguíneo por defectos en su pared), cardiopatías valvulares y aortitis (inflamación y alteración de la pared de la aorta).
- Alteraciones del sistema nervioso: puede provocar neurosífilis, la cual puede generar una parálisis general del organismo y atrofia óptica. Además, puede dañar la médula espinal y producir una pérdida de coordinación en las extremidades.
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