¿Cómo sé si tengo hepatitis C?
La hepatitis C puede pasar desapercibida ya que muchos pacientes no tienen síntomas. En muchos casos, la infección se diagnostica por otros motivos, el encontrar alteraciones analíticas en un estudio rutinario, por ejemplo. Sin embargo, algunas personas con hepatitis C pueden sentir molestias parecidas a las de una gripe normal.
Los síntomas más habituales pueden ser:
Los síntomas más habituales pueden ser:
- Cansancio
- Náuseas
- Fiebre
- Pérdida del apetito
- Dolor de estómago (dolor abdominal)
- Diarrea
Además de éstos, algunas personas pueden presentar también amarillamiento de los ojos y la piel (ictericia), oscurecimiento de la orina (coluria), heces de color pálido o claro (acolia), etc.
Estos síntomas, en general, son muy inespecíficos al ser comunes a un gran número de enfermedades, por este motivo si se tiene la sospecha de haber estado expuesto a un contagio con el virus de la Hepatitis C es necesario consultar al médico.
¿Cómo se trata la hepatitis C?
Actualmente existen varias posibilidades para tratar la hepatitis C, pero el tratamiento farmacológico más eficaz consiste en la combinación de un fármaco antiviral denominado rivabirina (que se toma por vía oral) con un interferón (peginterferón), un medicamento que se administra por vía subcutánea una vez a la semana. Si el medicamento no da resultado después de tres meses, se suspende el tratamiento, y si éste da resultado, se tratará al paciente durante un año.
Existen también terapias alternativas tales como la homeopatía, dietas macrobióticas y plantas medicinales entre otras, que han tenido una respuesta muy exitosa reduciendo el daño hepático y mejorando la salud de la persona en general.
Además, en los pacientes que desarrollan cirrosis o cáncer de hígado se puede tratar con un trasplante hepático. El riesgo de infección del hígado trasplantado es alto pero los pacientes mejoran y el tiempo que tardan en desarrollar nuevas complicaciones es largo.
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