La política no será nuestro punto fuerte, pero sí es cierto que la investigación científica española, pincipalmente gracias al CSIC, ha realizado grandes descubrimientos en la última década. Uno de ellos es la vacuna MVA-B, una vacuna en proceso de experimentación (ya en fase I) que ha demostrado ser altamente efectiva para combatir el virus del VIH.
A trazos generales, la efectividad de una vacuna se mide en función de la cantidad de linfocitos B y T de memoria básicos que consigue crear en el organismo, ya que estos serán los encargados de actuar en caso de posteriores contactos con el patógeno. En un estudio publicado por el CSIC acerca de esta primera fase experimental los investigadores resaltaban que tras 48 semanas de estudio, los niveles de anticuerpos específicos para el VIH era del 72% aproximadamente, mientras que los niveles de linfocitos T4 y T8 se manteían en torno al 38% y 69%, respectivamente.
Además, esta vacuna genera polifuncionalidad, es decir, permite que se desarrollen y actúen al mismo tiempo diferentes mecanismos de defensa del organismo, como son el interferón o las citoquinas, además de los linfocitos B y T. Esta polifuncionalidad es de gran importancia, ya que como existen mayores mecanismos de defensa que atacan al patógeno desde diferentes perspectivas, la probabilidad de que el patógeno desarrolle resistencia a la inmunidad es mucho menor, lo que también mantiene la elevada efectividad de la vacuna.
En resumen, esperemos que esta vacuna pronto esté totalmente lista para ser producida a nivel industrial y poder evitar la aparición de más casos de VIH a nivel mundial, ya que a pesar de ser una enfermedad común y distribuida por toda la población, sigue causando un elevado número de víctimas mortales cada año.
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